Una característica del amor que es conocida y referida en todos los libros sagrados y que, si se viviera, bastaría por sí sola para hacer de todo el mundo una gran familia, es"amar como a uno mismo, hacer a los demás lo que a uno le gustaría que le hiciesen".
Es la llamada "regla de oro",tan bien expresada por Gandhi cuando afirmó: "Tú y yo somos un todo.No puedo hacerte daño sin herirme".El Evangelio la anuncia en estos términos:"Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente .En la tradición musulmana se conoce así:"Ninguno de vosotros es un verdadero musulmán hasta que no desee para su hermano lo que quiere para sí mismo".
De este principio brota una norma que, si se aplica, sería por sí sola el motor más grande de la armonía entre individuos y grupos, dentro de las familias y en los Estados.Pensemos en lo que sería el mundo si, además de entre los individuos, también entre los pueblos, las etnias y los Estados se pusiesen en práctica la "regla de oro".
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